12 abril 2005

HOMILIA DEL CARDENAL RATZINGER EN EL FUNERAL POR JUAN PABLO II

  • [La Iglesia está viviendo unos días de intensa conmoción espiritual por la muerte de Juan Pablo II. Durante su pontificado el Papa nos ha invitado a seguir de cerca a Jesucristo y a luchar reciamente para vivir como hijos de Dios, de acuerdo con la dignidad de la persona. Este Papa ha sido un hombre muy de Dios, con su profunda vida de oración y, al mismo tiempo, ha sido un extraordinario guía espiritual, con su indiscutible autoridad moral en la defensa de los derechos de la persona humana, de la cultura de la vida, del matrimonio y de la familia, en el amor a los enfermos y a los más pobres de nuestra sociedad. Por eso, además del seguimiento masivo a través de los canales de televisión de todo el mundo, muchos otros, jovenes y mayores, de muy diversas procedencias y de muy variados recursos económicos, han querido despedirle personalmente en el Vaticano. Estos son los datos que ha facilitado el Ayuntamiento de Roma:
  • Tres millones de peregrinos han venido a Roma a despedirse del Papa.
  • Unos 250.000 pudieron participar en las exequias del viernes en la plaza de San Pedro del Vaticano y en la Vía de la Conciliación.
  • En torno a 1.400.000 fieles rindieron homenaje a los restos mortales de Juan Pablo II en la Basílica de San Pedro del Vaticano.
  • En cada uno de esos días, en el metro de Roma, viajaron 1.500.000 pasajeros.
  • 10.000 voluntarios de la Protección Civil, del Ayuntamiento de Roma, de los boy scout y de otras organizaciones han garantizado la asistencia.
  • 8.963 de las fuerzas de seguridad dedicados a garantizar el orden público.

A continuación se incluye la homilia pronunciada por el Cardenal Ratzinger, en el solemne funeral celebrado el día 8 de abril en la Plaza de San Pedro. Publicado en Zenit (8-IV-2005).]


#135 Varios Categoria-Varios: Etica y Antropologia

por el Cardenal Joseph Ratzinger
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"Sígueme", dice el Señor resucitado a Pedro, como su última palabra a este discípulo elegido para apacentar a sus ovejas. "Sígueme", esta palabra lapidaria de Cristo puede considerarse la llave para comprender el mensaje que viene de la vida de nuestro llorado y amado Papa Juan Pablo II, cuyos restos mortales depositamos hoy en la tierra como semilla de inmortalidad, con el corazón lleno de tristeza pero también de gozosa esperanza y de profunda gratitud".

"Estos son nuestros sentimientos y nuestro ánimo. Hermanos y hermanas en Cristo, presentes en la Plaza de San Pedro, en las calles adyacentes y en otros lugares diversos de la ciudad de Roma, poblada en estos días de una inmensa multitud silenciosa y orante. Saludo a todos cordialmente. También en nombre del colegio de cardenales saludo con deferencia a los jefes de Estado, de gobierno y a las delegaciones de los diversos países. Saludo a las autoridades y a los representantes de las Iglesias y comunidades cristianas, al igual que a los de las diversas religiones. Saludo a los arzobispos, a los obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles, llegados de todos los continentes; de forma especial a los jóvenes que Juan Pablo II amaba definir el futuro y la esperanza de la Iglesia. Mi saludo llega también a todos los que en cualquier lugar del mundo están unidos a nosotros a través de la radio y la televisión, en esta participación coral al rito solemne de despedida del amado pontífice".

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