16 mayo 2005

ACERCA DE LA OBJECIÓN DE CONCIENCIA ANTE UNA LEY RADICALMENTE INJUSTA QUE CORROMPE LA INSTITUCIÓN DEL MATRIMONIO

[Publicamos la "Nota del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española. Acerca de la objeción de conciencia ante una ley radicalmente injusta que corrompe la institución del matrimonio." (5 de mayo de 2005). Es sorprendente, por decirlo de modo suave, que quienes corrompen y destruyen las instituciones jurídicas básicas de la sociedad, pidan ahora respeto y obediencia para una ley radicalmente injusta. Es interesante lo que ha dicho a este respecto Rafael Navarro Valls, Catedrático de la Universidad Complutense y autor del libro "Las objeciones de conciencia" considerado internacionalmente como uno de los mejores textos sobre esta materia: "... no es de recibo intentar disuadir a los objetores haciendo referencias amenazadoras «a la obligación de cumplir las leyes». Entre otras razones, como autorizadamente se ha dicho, «porque la ley, y su aplicación, están sujetos al respeto a los derechos fundamentales». Entre ellos el de libertad de conciencia. No se olvide que, cuando por estrictas razones de conciencia, se pone en marcha un mecanismo de base axiológica contrario a una ley, estamos ante planteamientos muy distintos de quien transgrede la ley para satisfacer un capricho o un interés bastardo. En el primer caso, el respeto al objetor paraliza los mecanismos represores de la sociedad." Publicado en el web site de la Conferencia Episcopal Española.]

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por el Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española ____________________________

El Gobierno anunció hace un año su intención de regular civilmente el matrimonio de una manera desconocida hasta ahora para la Humanidad. Para casarse no importaría hacerlo con una persona del mismo sexo. En la legislación española el matrimonio dejaría de ser la indisoluble unión de vida y de amor de un hombre y de una mujer, abierta a la procreación, para convertirse en un contrato sin referencia alguna a la diferencia de sexos e incapaz, por tanto, de prestar a la sociedad el incomparable servicio de dar cauce a la complementariedad conyugal y de procrear y educar a los hijos. Ahora parece que el Parlamento se muestra dispuesto a aprobar esta nueva definición legal del matrimonio que, como es obvio, supondría una flagrante negación de datos antropológicos fundamentales y una auténtica subversión de los principios morales más básicos del orden social.

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