27 mayo 2005

LE HE MIRADO FIJAMENTE A LOS OJOS

[Se ha hecho creer a la sociedad que el matrimonio homosexual es como un paso adelante en el disfrute de los derechos y que así se resuelve una aparente discriminación injusta. La intención puede ser buena, pero muchas buenas intenciones acaban en verdaderos despropósitos. El autor de este artículo dice, entre otras muchas cosas, lo siguiente: "Casarse es lo último que un homosexual hubiese pretendido hacer..., hasta que se convirtió en reivindicación. Una estupidez reivindicada adquiere un cierto empaque." La conclusión de este texto no tiene desperdicio. Habla del "silencio de los corderos", de la clamorosa pasividad de muchos ciudadanos anestesiados en la sociedad del bienestar, sin deseos de ser etiquetados caprichosa e injustamente de "homófobos", y reclamando -en el mejor de los casos- que los obispos o el Papa digan algo... Dice el autor, catedrático de Derecho Civil: "No es una cuestión religiosa: escupir sobre el matrimonio es escupir sobre el matrimonio de nuestros padres. Y eso es competencia nuestra, o al menos lo era hasta hace poco." La lectura de este artículo me ha recordado lo que Alejandro Llano dice en su libro "Humanismo Cívico": "...la base del humanismo cívico estriba en la convicción de que todo ciudadano, cualquier ciudadano, es capaz en principio de distinguir lo bueno de lo malo en la vida pública: tiene al menos la posibilidad cognoscitiva de discernir entre las leyes justas y las leyes injustas; por lo cual conserva siempre la capacidad, no sólo de criticar las leyes injustas, sino también de desobedecerlas cuando la injusticia es grave y patente". Artículo publicado en El Diario de Navarra (23-V-2005).]

#156 Hogar Categoria-Matrimonio y Familia

por Luis Arechederra Aranzadi, catedrático de Derecho Civil
________________________

He mirado fijamente a los ojos a un homosexual después de darle mi opinión contraria al matrimonio homosexual, y no he visto en ellos ni a un ciudadano de segunda ni a un ciudadano de primera. He visto una persona investida de su imponente dignidad, que ni mengua ni crece por contraer matrimonio con persona del mismo sexo. Dignidad que no le confiere la Constitución; en el mejor de los casos, se la reconoce. El texto constitucional es meramente declarativo, no constitutivo.

He explicado por extenso en otro lugar mi punto de vista como profesor de Derecho civil sobre el pretendido matrimonio homosexual, y no es cuestión de cansar al lector reiterando argumentos. Me limitaré a hacer unas observaciones al filo de la reciente votación en el Congreso de los Diputados. No entiendo por qué el líder de la oposición no se ha empleado a fondo en esta cuestión. Imagino que porque tiene cosas más importantes que hacer, aunque lo dudo. Mucho me temo que no haya querido quemarse en cuestiones menores, olvidando que las cuestiones menores no queman. Tal vez se trate de que tanto él como su partido en realidad no están convencidos de casi nada y se han limitado a votar testimonialmente. En la reforma del divorcio se abstuvieron. Es decir, se adscriben sociológicamente al grupo de los que «no saben, no contestan». Llegados a este extremo, se imponen los puntos suspensivos.

(ver el texto completo)

1 Comments:

At 10:07 p. m., Blogger Roberto Iza Valdés said...

Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

 

Publicar un comentario

<< Home