16 enero 2007

LA CONSTITUCIÓN DE LA LAICIDAD Y SU ÉTICA MÍNIMA

[Hace unas semanas se presentó el documento Constitución, laicidad y educación para la ciudadanía, que en opinión de Ramón Pi (La Gaceta de los Negocios, 7-XII-2006) es "un papel que apenas resiste una somera crítica dada su endeblez, y no merecería mayor atención si no fuese porque se presenta como Manifiesto del PSOE con motivo del XXVIII aniversario de la Constitución. Así considerado, el asunto ya tiene otra enjundia, porque el Partido Socialista está ahora en el poder, y sus decisiones afectan a todos los ciudadanos, lo quieran o no: no se puede escapar fácilmente de los designios del que manda."

Y hace un somero resumen de su contenido: "El hilo digamos argumental del manifiesto es éste: la Constitución garantiza el ejercicio de la libertad de conciencia de todos los ciudadanos; la sociedad española es hoy, gracias a la inmigración, una sociedad 'multicultural'; y dado que 'los fundamentalismos monoteístas y religiosos siembran fronteras entre los ciudadanos' y que 'la laicidad es el espacio de Integración', se concluye que hay que afirmar y potenciar la 'laicidad' del Estado, haciendo prevalecer lo que llama el 'mínimo común ético constitucionalmente consagrado', que se plasma en los valores de 'igualdad, libertad, justicia, pluralismo, dignidad de la persona y derechos fundamentales'.


El juicio que ese documento le merece a Juan Manuel de Prada (ABC, 11-XII-2006) es muy elocuente: "Superada la perplejidad que provoca la expresión paupérrima del bodrio, perturba su tono doctrinario y esquemático, que postula un lector con las neuronas arrasadas por el napalm. (...) Los redactores del bodrio confunden la laicidad del Estado (esto es, su separación nítida de la Iglesia) con la perniciosa separación entre moral y política, que destruye los fundamentos del Estado."

Más adelante, abunda en su análisis: "...el manifiesto evacuado por la facción gobernante no aboga por la «sana laicidad» del Estado, sino por lo que Habermas denomina una 'modernización descarrilada' de la sociedad, en la que sus miembros se convierten en individuos aislados 'que actúan interesadamente, que no hacen sino lanzar sus derechos subjetivos como armas los unos contra los otros'. (...) ...cuando el Estado renuncia a la voluntad de aunar mentalidades religiosas y mentalidades agnósticas, y destierra a las primeras al ostracismo, tachándolas groseramente de fundamentalistas, la sociedad se descompone y entra en crisis.

Andrés Ollero
matiza con su claridad proverbial algunos conceptos fundamentales para no perderse: "Lo que realmente está en discusión es si se considera a lo religioso -al igual que lo ideológico- como un factor socialmente positivo, enriquecedor de una sociedad democrática. El laicismo lo valora negativamente, como elemento bloqueador del diálogo o como alimentador de un fanatismo conflictivo."


"La laicidad positiva plasmada en nuestra Constitución implica, por el contrario, el efectivo reconocimiento de la libertad religiosa como derecho fundamental del ciudadano, a cuyo servicio el Estado ha de mantener con las confesiones las consiguientes relaciones de cooperación."


El artículo de Juan Luis Lorda que ahora reproducimos (La Gaceta
de los Negocios, 20-XII-2006), aporta también unos argumentos interesantes para no dejarse engañar con tanta palabrería insensata y hueca.]

#360
Varios Categoria-Varios: Etica y Antropologia


por
Juan Luis Lorda

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El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) ha hecho público un manifiesto sobre “Constitución, laicidad y educación para la ciudadanía”. Parece ser el inicio de una campaña.

Comienza alabando la Constitución de 1978 porque “estuvo presidida por la voluntad de consenso, concordia y generosidad de todas las fuerzas políticas llamadas a representar a los ciudadanos”. Es verdad, la Constitución de 1978 fue un éxito bastante logrado de integración y es el marco básico de nuestra convivencia.



(ver el artículo completo)