27 mayo 2007

188 NUEVOS MÁRTIRES JAPONESES A LOS ALTARES

[Desde el comienzo de la Iglesia, se ha dicho con verdad que “la sangre de los mártires es semilla de cristianos”. Los mártires de la Iglesia primitiva contribuyeron no sólo a la conversión de muchas personas, sino también al fortalecimiento de la fe de los que ya eran creyentes.

Juan Pablo II recordaba que el martirio no es un fenómeno exclusivo de la Iglesia primitiva: «Al término del segundo milenio, la Iglesia ha vuelto de nuevo a ser Iglesia de mártires. Las persecuciones de creyentes —sacerdotes, religiosos y laicos— han supuesto una gran siembra de mártires en varias partes del mundo» (
Tertio millennio adveniente, n. 37).

La beatificación de 188 nuevos mártires japoneses
tendrá lugar en Nagasaki en 2008, aunque todavía no se ha concretado la fecha. Se calcula que en Japón ha habido más mártires que en los tres primeros siglos de nuestra era en Roma. De todo esto habla un artículo de Fernando Acaso publicado en ArvoNet (22-V-2007), que reproducimos a continuación.]


# 388 Varios Categoria-Varios: Etica y antropología

por Fernando Acaso, sacerdote
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En el año 2008 —todavía no se ha fijado la fecha—, tendrá lugar en Nagasaki la beatificación de 188 nuevos mártires japoneses. Desde que en 1862 fueron canonizados los primeros 26 mártires del Japón (entre ellos 4 españoles, un mexicano y un portugués) han sido canonizados hasta ahora 42 y beatificados 205, casi todos muertos en Nagasaki. Entre los 16 que canonizó Juan Pablo II en 1981, se encontraban por primera vez dos mujeres, dominicas terciarias.

Se calcula que en Japón ha habido más mártires que en los tres primeros siglos de nuestra era en Roma. Pero entre los 247 que han subido a los altares, no había apenas simples fieles. Esto es lo que ha llevado a la Conferencia Episcopal a escoger esta vez una mayoría de mártires laicos: célibes, casados, mujeres y niños. Todos ellos murieron entre 1603 y 1639, en una persecución muy organizada que acabó con todos los sacerdotes. Hasta 250 años después no volvió a haber sacerdotes en Japón, aunque miles de fieles conservaron la fe viva a lo largo de 7 generaciones.



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