09 noviembre 2007

LA ABOLICIÓN DEL HOMBRE

[C. S. Lewis (1898-1963) ha sido uno de los intelectuales más importantes del siglo XX y uno de los escritores más influyente de su tiempo. En 1943 publicó “La abolición del hombre” ("The Abolition of Man") que, en su brevedad, es uno de sus libros más lúcidos y que aportan un diagnóstico más certero sobre lo que ocurre en la sociedad actual. Hace poco ha sido reeditado en español (Ed. Encuentro, Madrid, 2007, 96 págs.).

El párrafo inicial del pequeño libro parece haber sido escrito en estos días teniendo en la mente la asignatura “Educación para la ciudadanía” (EpC). Dice así: Dudo de que estemos suficiente atentos a la importancia que tienen los libros de texto de la enseñanza primaria. Esta es la razón por la que he elegido como punto de partida para estas reflexiones un pequeño libro de Lengua destinado a los ‘niños y niñas de ciclo escolar básico’. No creo que los autores (pues eran dos) de este libro pretendieran hacer daño con él y tengo una deuda con ellos o con su editor, por haberme enviado un ejemplar de regalo. Pero, a la vez, no puedo decir nada bueno de ellos. Por tanto, me encuentro en una situación bastante comprometida. No quiero poner en la picota a dos modestos maestros en activo que han hecho lo mejor que sabían hacer; pero tampoco puedo callar ante lo que considero que es la orientación real de su trabajo. Por lo tanto, prefiero silenciar sus nombres. Me referiré a estos señores como Gayo y Tito, y a su libro como ‘El libro verde’. Pero les prometo que tal libro existe y que lo tengo en mi biblioteca.

Dice Victor Gago en Libertad Digital: “No cabe sino celebrar el oportuno rescate de este ensayo, que advirtió hace más de sesenta años sobre el asalto de la educación por el Estado y de su nefasto desenlace: una humanidad sin hombres. Indispensable para padres, profesores y adolescentes que aún no hayan entregado las llaves de su ciudadela a los adoctrinadores de EpC.”

Argumentos parecidos a los de Lewis esgrime Alejandro Llano en un artículo que ha escrito recientemente en La Gaceta: “Cuando el Estado pretende transformar al hombre, emprende un ejercicio de manipulación al que es preciso oponerse.” (…) “Intelectuales orgánicos y escribidores a sueldo del poder tratan de adoctrinarnos en el sentido de que se trata de mejorar la conciencia cívica de las nuevas generaciones. Y a quienes no se convencen se les amenaza con el truncamiento de los estudios de sus hijos, el ostracismo escolar e incluso la cárcel para los progenitores que osen presentar una objeción de conciencia. Demasiado afán, sospechoso empeño, exagerada dureza represiva. El ciudadano medio comienza a maliciarse que en juego anda algo más que una asignatura” (…) “…el objetivo es un profundo cambio de las mentalidades juveniles, como base permanente para una transformación de la sociedad hacia un modelo del que se han suprimido las referencias estables, los valores firmes y, en definitiva, los recursos en los que se basa la libertad política de los ciudadanos comunes.”

G. K. Chesterton en su libro “Lo que está mal en el mundo (“What's Wrong with the World”), escrito en 1910, se expresaba también de un modo parecido. Sin dejarse llevar por lo 'políticamente correcto', suscitaba con sus ideas un debate que, en esencia, se mantiene hasta hoy mismo: sobre la libertad, la familia, la democracia, la educación de los hijos, etc. Chesterton señala claramente que la raíz de los males del mundo es una concepción erronea sobre lo que es el hombre. Ante posibles cambios que la autoridad de turno pretenda imponer en la sociedad, Chesterton insiste en que no nos dejemos llevar neciamente por el aparente progreso, sino que hay que preguntarse si esos posibles cambios mejoran o empeoran la vida humana. Dice un comentarista de Chesterton: “He urges us not to blindly believe in 'progress' or 'modernisation', but rather to ask whether these changes have made things better or worse and, if worse, to undertake to reverse them.”

En una reseña publicada en Minuto Digital se puede leer: “…el mensaje de Lewis es alarmante para la generación presente (…): el desprecio por los valores tradicionales y la obsesión por guiar a la humanidad de acuerdo a moldes nuevos elaborados por una minoría que pretende ideologizar.” Y concluye: “Son precisamente el subjetivismo, el cientificismo, el relativismo moral y el positivismo, los mayores riesgos para la libertad del hombre actual, pasando a ser la recuperación de la tradición, de la familia y de la verdadera educación, el principal objetivo del hombre occidental si quiere salvar una civilización que está en claro declive.”

John Walker: "This short book (or long essay—the main text is but 83 pages) is (…) one of the pithiest and most eloquent defences of traditional values I recall having read. Writing in the final years of World War II, when moral relativism was just beginning to infiltrate the secondary school curriculum, he uses as the point of departure an English textbook he refers to as ‘The Green Book’ (actually The Control of Language: A critical approach to reading and writing, by Alex King and Martin Ketley), which he dissects as attempting to ‘debunk’ the development of a visceral sense of right and wrong in students in the guise of avoiding emotionalism and sentimentality.” An on-line edition is available, although I doubt it is authorised, as the copyright for this work was last renewed in 1974."

Dale J. Nelson: “All civilizations have agreed: education ought to nurture in the child a love of the good; admiration of the excellent and beautiful; faithfulness to the truth; and also children should be taught to disapprove of the false, the shoddy, the unworthy. The aim of true education is not only that children learn to spell and calculate and become physically strong. It is, above all, that young people should become courageous, generous, steady, and capable of discrimination in a good sense, that is, able to judge what is more worthy and what is less worthy of the esteem of a mature human being.” (…) “However, Lewis discusses the error of modern educators who teach that "values" are nothing but expressions of feeling. These educators perhaps intend only to "debunk" advertisements and bad political appeals, but when they say statements of value are nothing but statements of preference or dislike, they plant damaging seeds in children. Children who absorb their philosophy will disbelieve in the natural law itself.”

Phillip Goggans: “In this brief but challenging book, Lewis examines what happens if we reject the moral law that all civilizations have to some degree taught and embodied. He argues that if we refuse to submit to it, either by asserting the authority to change it or by denying its existence altogether, we become less than human. For human life, he says, is civilized life, and civilization is only possible where there is submission to the moral law.” (…) “Lewis goes on to take up the real issue: the attempt to found a new morality.” (…) “For to live rightly, argues Lewis, it is not only necessary to believe correctly about right and wrong; one must feel correctly as well. Pride, shame, indignation, compassion and other emotions must support reason against the demands of the animal appetite. Education should nurture these feelings, teaching children to love what deserves love, hate what deserves hate, and so on.”

Lewis considers the consequences of rejecting objective value altogether. He imagines the human race saying, ‘Let us decide for ourselves what man is to be and make him into that; not on any imagined value, but because we want him to be such. Having mastered our environment, let us now master ourselves and choose our own destiny.’ ” (…) “Using a mixture of metaphor, history and futurology, Lewis argues that when human beings assume the authority to control moral law, they forfeit their humanity. Their bid for ultimate freedom makes them slaves to their purely animal natures.”

Juan Manuel de Prada en dos artículos publicados en XLSEMANAL (7-13 y 14-20 de octubre de 2007) —que reproducimos a continuación— comenta “La abolición del hombre” de C. S. Lewis de un modo profundo y con unas consecuencias muy claras para la actual situación creada con la asignatura 'Educación para la ciudadanía'.

Termina Prada su comentario con este párrafo: “O somos espíritus racionales obligados a obedecer los valores que se desprenden de la ley natural o bien somos mera materia moldeable según las preferencias de los amos. Lewis concluye que sólo la ley natural proporciona a los hombres una norma de actuación común, una norma que abarca a la vez a los legisladores y a las leyes. Cuando dejamos de creer en los valores que se desprenden de esa ley natural, la norma se convierte en tiranía y la obediencia, en esclavitud. Y en ésas estamos. No dejen de leer ‘La abolición del hombre’.” Tampoco dejen de leer estos artículos de Juan Manuel de Prada.]


# 412 Categoria-Educacion

por Juan Manuel de Prada

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— I —


Acabo de leer un extraordinario ensayo de C. S. Lewis titulado “La abolición del hombre” (Ed. Encuentro), en donde se nos propone un feroz y lucidísimo diagnóstico sobre la crisis de nuestra cultura. En “La abolición del hombre”, el autor de las célebres “Crónicas de Narnia” nos propone una vindicación de la ley natural, a la vez que nos alerta sobre los peligros de una educación que, fundándose sobre el subjetivismo, trate de apartarse de esa senda, sustituyendo los juicios y los valores objetivos por los puros sentimientos. El libro, que se complementa con un repertorio de sentencias morales coincidentes, aunque originarias de tradiciones culturales diversas –confuciana, platónica, aristotélica, judía o cristiana–, postula que cualquier civilización procede, en último extremo, de un centro único; y que el único modo de llegar a ese ‘centro’ es siguiendo un camino, una ley natural inspirada por la Razón. El ensayo de C. S. Lewis cobra una actualidad candente en una época como la nuestra, en la que mediante la educación se pretenden instaurar nuevos sistemas de valores ad hoc que se presentan como conquistas de la libertad, pero que no son sino disfraces de una pavorosa esclavitud, formas sibilinas de manipulación que despojan al hombre de su condición humana.

(ver más)

1 Comments:

At 12:58 p. m., Blogger Tom said...

Un comentario sobre La Abolición del Hombre:

Es evidente que Lewis tiene una gran cultura clásica que demuestra a través de citas de filósofos griegos que parecen ser el apoyo principal de sus ideas, juntamente con las creencias de Confucio y otros asiáticos. El cristianismo está representado pero de manera más discreta. Me parece curioso que escoge la palabra 'Tao' para representar su referencia fundamental y que la iglesia católica llama 'Ley natural'. ¿Es esto una manera de presentar argumentos claramente cristianos como si fueron universales? Es clarificadora ojear el apéndice donde expone ilustraciones del 'Tao'. Entre citas clásicas, contemporáneas y foráneas el lector encuentra esparcidos, casi escondidos, los 10 mandamientos. (Echo en falta citas de la superación es estos en nuevo testamento.)

Se nos presenta el 'Tao' como un objeto, una ley inmutable, indiscutible, La Referencia. Se intuye que este un conjunto de valores morales que pueden guiar las actuaciones humanas, no ahora sino desde y para siempre. Se intuye también que pueden estar escritas sobre piedra, una especie de mandamientos Universales. No hay duda que es reconfortante y deseable tener una referencia inmutable pero me parece que no deja de ser un sueño. La 'Tao' no es un objeto; es una creencia. Es una creencia tentadora pensar que mi creencia puede ser válida para todos los tiempos y lugares, pero me parece megalomaniático.

La anécdota que cuenta Lewis al principio del libro es ilustrativo del techo de su pensamiento. Cuenta que dos autores de libros de clase sugieren a los alumnos que cuando el poeta Coleridge prefiere el adjetivo 'sublime' en lugar de 'bonito' para describir unas cataratas, realmente no está describiendo las cataratas sino unos sentimientos hacia las cataratas. 'Sublime', entonces es una percepción subjetivo, no una descripción objetiva de la cascada. Lewis crítica con fuerza la idea de 'sentimientos' diciendo que 'sublime' no es un sentimiento, que sí lo es 'admiración', pero me parece que no se ha percatado de otra posible interpretación sobre lo que dicen los autores: si yo digo 'sublime' delante una cataratas y tu dices 'feas' estamos expresando dos percepciones, no dos descripciones objetivas. Acto seguido, si queremos aprender algo, tenemos que negociar nuestras diferentes interpretaciones del mismo fenómeno. Es decir para convivir y avanzar estamos condenados a negociar el sentido de nuestras percepciones subjetivas. Me parece que Lewis quiere un atajo diciendo que hay una verdad inmutable, una respuesta a todo en el Tao. Me parece también que su camino sólo lleva al enfrentamiento. El libro se publicó durante la segunda guerra mundial - más claro imposible.

Tengo que decir que no me agradó mucho el estilo escogido para escribir el libro. Utiliza un tono y un razonamiento que da por sentado que, por ejemplo, el Tao, o la Ley Natural, no son discutibles. Es decir que no hay argumentos dignos de escuchar en contra de los suyos. Dar por hecho hechos no probados me parece una pobre base. Se permite emplear expresiones bastas como 'estúpido', 'imbécil' 'despreciable' y la palabra 'Innovador' - todos que no están de acuerdo con él - utilizada con connotaciones negativas. Todas demuestran un subsuelo agresivo a su argumentación. La misma idea de 'objetividad' es precaria pero no lo cuestiona. Tampoco me convencen las metáforas empleadas para sustentar sus argumentos racionales porque son fugaces y insertadas no por si mismas sino para darse la razón. ¿No sería más rico analizar la misma metáfora a ver a dónde lleva en lugar de enseñarla y luego pasar rápidamente a hacer ver que sería ridículo pensar de otra manera? La metáfora no es una verdad, es un instrumento de pensamiento y en un libro de este calado debería ser sujeto a reflexión en sí misma. Sin embargo el estilo del libro sí que encaja bien con su fondo porque es lineal, va hacía una meta que el autor ya sabe de antemano. No es un estilo que invita a reflexionar sino únicamente a convencer.

Tom

 

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