28 agosto 2007

BENEDICTO XVI HABLA DE JESUCRISTO

[Hoy se ha puesto a la venta la esperada edición española de Jesús de Nazaret, el primer libro de Benedicto XVI. Se espera que se convierta en el fenómeno editorial del otoño, tanto por la expectativa generada entre los lectores como por lo sucedido en los países donde ya ha sido publicado (Italia, Alemania, Polonia y Francia), donde se ha consolidado como un gran éxito de ventas. Por ejemplo, desde su publicación en Italia, a mediados de abril, se han vendido medio millón de ejemplares.

Jesús de Nazaret es la primera parte de una obra que constará de dos volúmenes. En este primer volumen, de 448 páginas, se analiza la vida pública de Jesús, desde el bautismo en el Jordán hasta la Transfiguración.

Benedicto XVI hace una advertencia en el prólogo: «Este libro no es de ninguna manera un acto de magisterio, sino sólo el resultado de mi investigación personal sobre el ‘rostro del Señor’. Por eso, cada uno es libre de contradecirme».

Explica también el objeto del libro con toda claridad: reconciliar el «Jesús histórico», sobre el que tanto se ha investigado en el último medio siglo, con el «Jesús de la fe», un personaje que va más allá de lo que pueda describir cualquier Evangelio, o cualquier biógrafo.

El profesor Joseph Ratzinger manifiesta que «el camino interior hacia este libro ha sido largo», pues se remonta a los años juveniles, en los que sintió la misteriosa llamada de Jesús de Nazaret, el personaje más estudiado de la historia, sobre el que ahora proyecta su reflexión de biblista, teólogo y pensador.

“Joseph Ratzinger posee una enorme capacidad de proyección de cada pasaje del Evangelio sobre la totalidad de la Escritura, sobre la historia de la teología, sobre el horizonte humano a secas. Cada palabra de Jesús es importante, cada término sometido a análisis se ramifica por todo el Antiguo y el Nuevo Testamento, y adquiere resonancia sinfónica. Es esta red de relaciones a menudo impensadas, pero deslumbrantes una vez establecidas, lo que hace tan atractiva la lectura de Jesús de Nazaret, y tanto más si el lector tiene ya un conocimiento mínimo de los cuatro Evangelios.” Este es el párrafo final de un artículo de José Miguel Ibáñez Langlois que puede leerse pulsando aquí.

Cuando se presentó el libro en Italia, escribió Juan Vicente Boo en ABC (14-IV-2007): “Como buen científico, el Papa respalda y elogia el ‘método histórico crítico’, recomendado por la Iglesia desde hace tiempo, pero advierte que ‘por su propia naturaleza, nos lleva hacia algo que lo supera’, y que sólo se comprende en toda su plenitud cuando a la arqueología, la epigrafía, la lingüística, la sociología y la historia se añade la reflexión teológica sobre la enseñanza de una persona que se presentaba como ‘hijo de Dios’ ante unos compatriotas que deberían o bien creerle o bien darle muerte por blasfemo.”

El libro también aporta importantes enseñanzas sobre el mundo contemporáneo y así advierte ante la engañosa ilusión del materialismo, o la dictadura de las opiniones dominantes en la sociedad, o la falta de humanidad del capitalismo.

Publicamos a continuación un artículo de Tomás Baviera, Director del Colegio Mayor Universitario de La Alameda (Valencia, España), titulado “Benedicto XVI habla de Jesucristo”.]

# 401 Varios Categoria-Varios: Etica y antropología

por Tomás Baviera

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George Weigel es el autor de la biografía más autorizada de Juan Pablo II. En ella afirmó que una de las principales aportaciones por las que pasará a la historia el papa polaco es el conjunto de discursos en los que desarrolló la Teología del Cuerpo. Estos discursos fueron pronunciados en las audiencias del inicio de su pontificado, y fueron fruto de años de reflexión sobre uno de los temas más controvertidos del siglo XX: el sentido de la sexualidad. Juan Pablo II abordó esta cuestión desde los textos de la Sagrada Escritura y desde la experiencia personal del cuerpo humano.

Existen numerosos paralelismos entre los discursos de la Teología del Cuerpo de Juan Pablo II y el libro escrito por Benedicto XVI sobre Jesús de Nazareth. Ambos autores, antes de llegar al pontificado, han sido intelectuales de prestigio en su campo del saber: el papa polaco en filosofía, el papa alemán en teología. Y al poco de llegar a ser Obispo de Roma, ambos han ilustrado y explicado temas muy cuestionados fuera de la Iglesia Católica, con graves repercusiones para la conciencia de los católicos. Ambos papas trataron estos temas no desde un documento magisterial oficial, sino a través de textos que pretendían iluminar estos problemas con la luz que da la razón guiada por la fe. Así como el papa polaco salió al paso del legado dejado por la revolución sexual de los años 60, el papa alemán ha hecho frente a los despojos causados por un enfoque unilateral de los métodos de investigación histórica aplicados a la interpretación de los Evangelios, que se viene haciendo desde finales del siglo XIX.



(ver el artículo completo)

26 agosto 2007

LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO

[Dale O’Leary es una conocida investigadora de la Asociación Médica Católica de Estados Unidos que es autora de varios libros y multitud de artículos. En su último libro “The Gender Agenda: Redefining Equality” denuncia los excesos de la ideología de género.

O'Leary describe en este libro cómo esta ideología considera que la masculinidad y la feminidad son “construcciones sociales”. Según esta teoría, el ser humano nace sexualmente neutro; más tarde es “socializado” hasta convertirse en hombre o mujer; esta “socialización”, dicen, afecta a la mujer negativa e injustamente. Por ello, su objetivo es deconstruir todos los modelos de comportamiento individual y social, incluidas las relaciones sexuales y familiares. Ven a la mujer como la clase oprimida porque deben soportar los embarazos y ocuparse de criar a sus hijos. Y concluyen que la única forma de eliminar esa opresión es eliminar la maternidad como función femenina.

Las feministas radicales piensan que las mujeres que desean casarse y tener hijos han sido seducidas y engañadas por los hombres. Las mujeres que no desean ese tipo de cosas se han liberado de tal engaño; esas “mujeres libres” tratan de liberar a las demás mujeres — les guste o no— de sus deseos de familia y de maternidad. No era fácil que un programa tan opuesto a los sentimientos naturales de la mayoría de las mujeres arraigase así por las buenas, por lo que el feminismo radical adoptó una estrategia menos directa para imponer sus principios, como explica Dale O'Leary:

“Debido a que esa revolucionaria ideología no logró la adhesión popular, las feministas radicales empezaron a poner sus miras en instituciones tales como las universidades, los organismos estatales y las Naciones Unidas. Así empezó la larga marcha a través de las diversas instituciones. En las Naciones Unidas encontraron poca oposición. Los burócratas que llevan la gestión diaria suelen tener simpatía por los objetivos feministas, cuando no son activistas directos. (…) Ni que decir tiene que las organizaciones feministas radicales han logrado imponer su programa con gran eficacia en la Sede de las Naciones Unidas de Nueva York y en diversas conferencias de las Naciones Unidas en todo el mundo (...) Por ejemplo, las feministas radicales controlaron la Conferencia de la Mujer de las Naciones Unidas, celebrada en Beijing en 1995.”

Precisamente gracias a esa Conferencia, la palabra "género" ha pasado en los últimos años a formar parte del vocabulario cotidiano, y la mayoría de las personas suelen identificarla erróneamente como sinónimo bien intencionado y elegante de "sexo". Nada más lejos de su verdadero significado, porque precisamente la palabra "género" se ha impuesto en la fraseología feminista como negación de la existencia de "sexos" en el sentido tradicional de la expresión.

Mientras que por "sexo" entendemos una realidad biológica (los hombres son del "sexo" masculino y las mujeres pertenecen al "sexo" femenino), la expresión género "se refiere a las relaciones entre mujeres y hombres basadas en roles definidos socialmente que se asignan a uno u otro sexo", según la definición que lograron imponer las feministas en la Conferencia de las Naciones Unidas celebrada Beijing en 1995. Ser hombre o ser mujer, según esa definición, no tiene nada que ver con la realidad biológica, sino con las funciones que se han asignado socialmente a uno u otro "sexo".

Por lo tanto, el género es una construcción totalmente distinta del sexo: el hecho de que ahora exista una correspondencia mayoritaria entre ambos es fruto únicamente de las tendencias sociales. La naturaleza es neutra, según esta teoría, y no se nace hombre o mujer: esta división es únicamente resultado de un proceso social. Al nacer, la sociedad nos asigna a uno u otro "género" en función de nuestra configuración genital. Tras esa asignación inicial, los niños son educados en la masculinidad y las niñas en la feminidad. Hombres y mujeres no existen como tales en estado natural, sino que son únicamente resultado de esos procesos o "construcciones sociales". Por eso, las feministas de género tratan de imponer a toda costa una disciplina de "deconstrucción" de esos géneros socialmente construidos, a fin de que todos -hombres y mujeres- seamos absolutamente idénticos, con preferencias sexuales indistintas y roles neutros.

Está claro, pues, que para esta nueva "perspectiva de género", la realidad de la naturaleza incomoda, estorba y, por tanto, debe desaparecer. Para los apasionados defensores de la "nueva perspectiva", no se deben hacer distinciones porque cualquier diferencia es sospechosa, mala, ofensiva. Dicen además que toda diferencia entre el hombre y la mujer es construcción social y por consiguiente tiene que ser cambiada. Buscan establecer una igualdad total entre hombre y mujer, sin considerar las naturales diferencias entre ambos, especialmente las diferencias sexuales; más aún, relativizan la noción de sexo de tal manera que, según ellos, no existirían dos sexos, sino más bien muchas "orientaciones sexuales".

En realidad, para el "feminismo de género" existen cinco sexos, como explicó Rebecca J. Cook, profesora de derecho en la Universidad de Toronto y redactora del informe oficial de la ONU en Pekín. Según Cook, los géneros masculino y femenino, serían una "construcción de la realidad social" que deberían ser abolidos. En el documento elaborado por la feminista canadiense se afirma que "los sexos ya no son dos sino cinco", y por tanto no se debería hablar de hombre y mujer, sino de "mujeres heterosexuales, mujeres homosexuales, hombres heterosexuales, hombres homosexuales y bisexuales".

Dale O’Leary coincide con otros sociólogos al indicar que el "feminismo de género" se inspira en la interpretación marxista de la historia como lucha de clases. Por esto, la meta de los promotores de la "ideología de género", es llegar a una sociedad sin clases de sexo. En este sentido, las "feministas de género" consideran que cuando la mujer cuida a sus hijos en el hogar y el esposo trabaja fuera de casa, las responsabilidades son diferentes y no igualitarias; y entonces se establece una relación desigual entre opresor y oprimida. Lo que no encaja en ese esquema es la decidida preferencia de muchas mujeres por esa forma de "opresión".

Según O’Leary, el "feminismo de género" es un sistema cerrado contra el cual no hay forma de argumentar. No puede apelarse a la naturaleza, ni a la razón, la experiencia, o las opiniones y deseos de las mujeres “normales”, porque las "feministas de género" insisten una y otra vez en que todo eso se debe a las "construcciones sociales". No importa cuántos argumentos y datos se acumulen contra sus ideas; ellas continuarán insistiendo en que todo ello es, simplemente, una prueba más de la conspiración patriarcal generalizada contra de la mujer.

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Una amplia entrevista a Dale O’Leary (en inglés) en relación con esta cuestión (“Gender - a new dangerous ideology”), publicada en Sunday Catholic Weekly Niedziela de la Archidiócesis de Czestochowa, puede leerse pulsando aquí.

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También puede ampliarse este tema con un amplio resumen (en español) titulado “La Ideología de Género: sus Peligros y Alcances”, preparado por la Conferencia Episcopal Peruana sobre la base del informe “La deconstrucción de la mujer” de Dale O’Leary. Pulsar aquí.

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Reviews of the book by two readers (a woman [A] and a man [B]):

[A]

“Are you aware of how those of us who support equality between men and women are being used by the radical feminists who want to change our very social structures to reflect their agenda? Are you aware of how these radicals, whose agenda could not gain support among the majority of women in America, are now working around us and through organizations like the UN to make the world they envision a reality? Are you prepared to live in a world where every career for women is acceptable except homemaker and stay at home mom which won't even be an option? Are you ready to live in a society where absolutely no distinction is made between male and female, where children get to "choose" their sex when they are older? If not, read this book.

The stealth operations of these feminists may not be known until it is too late to undue their damage. They use language that would seem friendly to ordinary people. They speak of family, health, children and what is fair. But under their carefully crafted language lurks policies that attack women who want to exercise their God-given right to assume traditional roles as mothers and wives, who want to rear their children, protect them from sexual exploitation and perversion, and who want to love their husbands. It is imperative to educate ourselves as to exactly how they are inserting their ideology into our social systems so we can prevent further damage to our society.”

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[B]

"The Gender Agenda: Redefining Equality", by Dale O'Leary, is one of the most important books I have read in the last few years. I learned more than I expected about the agendas and activities of feminists.

These feminists claim men and women are the same in all ways (physically, mentally, etc.), they despise full-time mothers (believing all women should work in paid jobs if they want to or not), and they hate religions. Religions stand in their way from the "freedom" to have sex with everyone and aborting any children that might result. Religions, of course, do not approve of homosexuality and promiscuity, and therefore, stand in the way of the ideal feminist world.

The author brilliantly sums up these supposed seekers of equality: "Ideologies should be judged objectively, but in studying feminism and the Gender Agenda, it is difficult to put aside the suspicion that the entire enterprise is a giant rationalization created by hurt women to justify their anger, grudges, and self-destructive behavior. Their abortions, sexual promiscuity, rejection of motherhood, and lesbianism seem more like the acting out that results from childhood trauma than courageous self-liberation. Sometimes it is easier to blame oppressive structures and demand that the world change, than to admit responsibility for one's own self-destructive behavior." (O'Leary 15)”

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Reproducimos a continuación un artículo de Dale O’Leary que fue publicado en el nº 443 de Alfa y Omega.]

# 400 Hogar Categoria-Matrimonio y Familia

por Dale O'Leary

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LA CUESTIÓN DEL FEMINISMO DE GÉNERO:
CORRIENTES DE PENSAMIENTO QUE OBSTACULIZAN
LA PROMOCIÓN REAL DE LA MUJER


La reciente Carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre la colaboración entre el hombre y la mujer en la Iglesia y en el mundo comienza con un breve análisis de «algunas corrientes de pensamiento, cuyas tesis no coinciden a menudo con las finalidades genuinas de la promoción de la mujer».

En los últimos cincuenta años, la sociedad se ha esforzado por encontrar la forma de conciliar la igualdad fundamental de los hombres y de las mujeres con sus innegables diferencias biológicas. En el curso de los años 60, las mujeres protestaron contra leyes y costumbres que les reservaban un trato discriminatorio. Los Gobiernos respondieron emanando normas que garantizaron a las mujeres iguales derechos legales, igual acceso a la enseñanza e iguales oportunidades económicas, normas que las mujeres se apresuraron a aprovechar. Aumentó el número de las que proseguían los estudios llegando a la enseñanza superior, así como el número de mujeres comprometidas en actividades profesionales y en cargos públicos electos o designados por nombramiento.

En los años 70, el movimiento feminista, que había animado estos cambios, fue transformado por los radicales, que veían en las mujeres el prototipo de la clase oprimida, e indicaban como mecanismos de opresión el matrimonio y la heterosexualidad obligatoria. Esta corriente de pensamiento tomaba de Frederick Engels su análisis de los orígenes de la familia. En 1884, Engels había escrito: «El primer antagonismo de clase coincide en la Historia con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer en el ámbito del matrimonio monógamo, y la primera opresión de clase con la del sexo femenino por parte del masculino» [1].



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17 agosto 2007

ASIMILACIÓN, INSERCIÓN E INTEGRACIÓN DE LOS INMIGRANTES EN LA SOCIEDAD ACTUAL

[Cada vez hay más manifestaciones literarias y cinematográficas que reflejan la dura realidad de las emigraciones masivas.

Un barco atestado de gente constituye un símbolo elocuente de uno de los grandes temas de la actualidad: la emigración masiva de los pueblos en situación de miseria hacia una tierra de promisión. Esto se manifiesta en masivas migraciones humanas, clandestinas: barcos albaneses o balsas caribeñas, camiones mexicanos o cayucos africanos.


L’America
es una película dirigida por Gianno Ameglio, en 1995, y refleja en la mejor tradición neorrealista el drama de la emigración masiva de albaneses hacia Italia en los primeros años 90: el paso, aparentemente sencillo -en realidad lleno de trampas y de frustraciones-, desde la miseria y el caos a una posible seguridad y felicidad para el futuro.

Diario de un ilegal es una novela autobiográfica –versión española de 2002- en la que el periodista Rachid Nini refleja las penas y las desdichas del inmigrante magrebí, sin que falten la ironía y el sentido del humor.

Mirando el escenario de Europa, la parte griega de Chipre tuvo en 2005 el mayor índice positivo de migración (+27,2 por 1000 habitantes), seguido de España (+15,0), Irlanda (+11,4), Austria (+7,4), Italia (+5,8), Malta (+5,0), Suiza (+4,7), Noruega (+4,7) y Portugal (+3,8). Por contraste, tuvieron índices migratorios negativos (más emigrantes que inmigrantes): Lituania (-3,0 por 1000 habitantes), Holanda (-1,8), Letonia (-0,5), Polonia (-0,3), Estonia (-0,3), Rumanía (-0,5) y Bulgaria (-1,8).


También son ilustrativos los siguientes datos sobre España: en 2006, el total de inmigrantes superaba los 4 millones (4.144.166); los grupos mayoritarios son procedentes de Marruecos (563.012), de Ecuador (461.310), de Rumanía (407.159) y de Colombia (265.141).


“En el mundo actual, en el que el desequilibrio entre países ricos y países pobres se agrava (…), crece la emigración de personas en busca de mejores condiciones de vida, procedentes de las zonas menos favorecidas de la tierra; su llegada a los países desarrollados, a menudo es percibida como una amenaza para los elevados niveles de bienestar, alcanzados gracias a decenios de crecimiento económico.” (Compendio de la doctrina social de la Iglesia, n. 297, 2004, Pontificio Consejo ‘Justicia y Paz’).




Es un derecho primario del hombre vivir en su propia patria. Sin embargo, a veces este derecho no puede ejercitarse porque hay factores de mucha entidad que impulsan a la emigración: las guerras, la desigual e injusta distribución de los recursos económicos, la corrupción difundida, la miseria extrema.


Hasta hace poco, la riqueza de los países industrializados se producía en ellos mismos, contando también con la contribución de numerosos inmigrantes. Ahora, buena parte de esa riqueza se produce en los países en vías de desarrollo, donde la mano de obra es barata. De este modo, los países industrializados han encontrado el modo de aprovechar la aportación de la mano de obra a bajo precio –en China, en la India, en países del este de Europa-, evitando la presencia de inmigrantes en el país. Esos trabajadores son reducidos, de hecho, a la condición de nuevos siervos de la gleba: si se ignora en la práctica la dimensión humana del trabajo, es evidente que ese sistema es inaceptable.

El fenómeno de las migraciones, con su compleja problemática y su incremento exponencial en los últimos años, interpela a la comunidad internacional. Los Estados tienden a ‘defenderse’ endureciendo las leyes sobre los emigrantes y reforzando los sistemas de control de las fronteras. Se habla cada vez menos de la lamentable situación de los emigrantes y cada vez más de los problemas que generan los inmigrantes en el nuevo país.

La situación ha tomado características de emergencia social, sobre todo por el aumento de los emigrantes irregulares. La inmigración irregular ha existido siempre y a menudo ha sido tolerada porque favorece una reserva de personal, con el que se puede contar en la medida en que los emigrantes regulares suben en la escala social y se insertan de modo estable en el mundo del trabajo.

En algunos lugares se nota un prejuicio más o menos fuerte ante el inmigrante: miedo a que el hombre venido de fuera –aunque admitido para determinados tipos de prestaciones laborales–, acabe por introducir un desequilibrio en la sociedad que lo recibe; y esto se traduce, de modo más o menos consciente, en actitudes de falta de afecto o, incluso, de hostilidad. Ese miedo y ese prejuicio no suele tener otro fundamento que el propio egoísmo.

Sin embargo, el actual desequilibrio económico y social, que alimenta en gran medida las corrientes migratorias, no ha de verse como una fatalidad, sino como un desafío al sentido de responsabilidad del género humano. Es preciso reflexionar seriamente para que la solidaridad triunfe sobre la búsqueda de beneficios y sobre las leyes del mercado que no tienen en cuenta la dignidad de la persona humana y sus derechos inalienables.

Es un desafío que hay que afrontar con la conciencia de que está en juego la construcción de un mundo donde todos los hombres, sin excepción de raza, religión y nacionalidad, puedan vivir una vida plenamente humana, libre de la esclavitud bajo otros hombres y de la pesadilla de tener que vivir en la indigencia.

Un país abierto a la inmigración es un país hospitalario y generoso que se mantiene siempre joven porque, sin perder su identidad, es capaz de renovarse al acoger sucesivas migraciones: esa renovación en la tradición es precisamente señal de vigor, de lozanía y de un futuro prometedor.

En el mundo actual, la opinión pública constituye a menudo la pauta principal que siguen los líderes políticos y los legisladores. Y esto ocurre también, como es natural, en los estados de opinión que se crean en relación con la emigración. El riesgo está en que la información se reduzca y se centre sobre todo en los problemas inmediatos del propio país, sin expresar el dramatismo de la situación real de los inmigrantes (condiciones de vida de los países de procedencia, riesgos que asumen al emigrar de ese modo, etc.).

Decía Juan Pablo II que es tarea de los medios de información ayudar al ciudadano a formarse un juicio adecuado sobre la realidad en conjunto: “…a comprender y respetar los derechos fundamentales del otro, así como a asumir su parte de responsabilidad en la sociedad, también en el ámbito de la comunidad internacional. El compromiso en favor de la justicia en un mundo como el nuestro, marcado por intolerables desigualdades, es algo insoslayable.”

Es necesario vigilar ante la aparición de formas de neorracismo o de comportamiento xenófobo, que pretenden hacer de esos hermanos nuestros chivos expiatorios de situaciones locales difíciles.

De Juan Pablo II son también estas palabras: “El Señor, que por su gran misericordia se hizo semejante en todo a sus hermanos los hombres, menos en el pecado, quiso también asumir, con su Madre Santísima y San José, esa condición de emigrante, ya al principio de su camino en este mundo. Poco después de su nacimiento en Belén, la Sagrada Familia se vio obligada a emprender la vía del exilio. Quizá nos parece que la distancia a Egipto no es demasiado considerable; sin embargo, lo improvisado de la huida, la travesía del desierto con los precarios medios disponibles, y el encuentro con una cultura distinta, ponen de relieve suficientemente hasta qué punto Jesús ha querido compartir esta realidad, que no pocas veces acompaña la vida del hombre.”

Para el prof. Alban d’Entremont, “la problemática de la inmigración es en el fondo una cuestión más social que económica”, ya que se está demostrando que en las zonas de gran inmigración histórica, como en las más recientes y actuales, “este fenómeno ha sido y está siendo, generalmente beneficiosa para las regiones de acogida.”

Según este profesor ordinario de Geografía Humana y Geografía Económica de la Universidad de Navarra, de origen canadiense y afincado en España desde 1971, los inmigrantes no entrarían en competencia directa en cuanto a los trabajos y sueldos con la población autóctona “ya que siempre quedan empleos de bajo estatus que la población nativa rechaza en gran medida” y añade que los extranjeros “no sólo producen un aumento en el consumo de bienes y servicios, sino que también los crean y distribuyen”.

En este sentido, señaló que “es muy posible que la inmigración pueda llegar a crear tantos puestos de trabajo con su producción y gasto, como los que lleguen a ocupar”, recordando a lo que pasó en la primera inmigración a los países del llamado Nuevo Mundo.

Al referirse a la cuestión social, d'Entremont, apuntó que los inmigrantes tienen tres formas posibles de acomodarse en una sociedad: asimilación, inserción e integración. Pero “sólo la integración es la fórmula correcta, puesto que entonces llegan a participar en las actividades del conjunto global de los valores sociales de la comunidad de acogida sin tener que renunciar a su propio origen e identidad”.

Advirtió del peligro actual del proceso de inserción que se da en España y en otros países europeos donde ‘muchos inmigrantes no abandonan ningún elemento de su identidad o modos propios de su país de origen”. Por este motivo, consideró urgente la puesta en marcha de medidas políticas y de conciencia ciudadana que “aseguren la integración armoniosa de la población inmigrante y no sólo con posturas opuestas a los males del racismo y xenofobia”.

Para que exista una correcta regulación se requieren, entre otras disposiciones, que las acciones y medidas oficiales “cuenten con buena información de la situación de la inmigración actual en el país, tengan en cuenta que los flujos migratorios van a seguir, que la inmigración es necesaria y favorable, que fomenten los beneficios de una sociedad multicultural basada en la tolerancia y respeto y se desechen los temores sociales”.

Reproducimos una conferencia de Alban d'Entremont titulada "Asimilación, Inserción e Integración de los Inmigrantes en la Sociedad Actual".]


# 399 Varios Categoria-Varios: Etica y antropología

por Alban d'Entremont

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Desde hace varios decenios, la situación de las migraciones ha cambiado grandemente de signo con respecto al continente europeo. Europa dejó de ser un continente de expulsión a partir de los años cincuenta y sesenta, y se ha convertido en las tres últimas décadas en un continente de acogida masiva. Sin embargo, esta acogida no se está haciendo sin tensiones y sin traumas, hasta el punto de convertir el tema de la inmigración, en algunos países, en un asunto de alta prioridad por parte de los poderes públicos. Se va produciendo esta inmigración masiva en un momento en que parece que Europa no se encuentra con plenos resortes culturales, sociales y económicos —no digamos demográficos—, como para asimilar a grandes contingentes de población venida de fuera, sobre todo del mundo menos desarrollado y de cultura foránea a la nuestra.

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