25 noviembre 2007

CÉLULAS MADRE SÍ, PERO SIN EMBRIONES

[La ciencia ha dado uno de esos saltos que hacen historia: se ha logrado reprogramar células adultas de la piel humana de modo que se convierten en células madre como las embrionarias, capaces de diferenciarse en los diversos tejidos del cuerpo humano.

Este paso ha sido calificado de revolucionario por la comunidad científica. Siempre se había pensado que era un camino de una sola dirección, pero se ha logrado invertir el proceso.

Primero en julio de 2006 y luego en el pasado verano, unos investigadores japoneses lograban la conversión de células de la piel de ratones en células madre con las características de las embrionarias. Se demostró que aquellas células de cola de ratón reconvertidas en células embrionarias, eran pluripotentes y podían convertirse en cualquier tipo de célula.

Desde entonces, varios los grupos de científicos han repetido esta metodología siempre en animales. Pero el paso definitivo, que era conseguir los mismos logros con células humanas, lo han dado ahora esos científicos japoneses al mismo tiempo que otros investigadores norteamericanos. Un equipo es el dirigido por Shinya Yamanaka de la Universidad de Kioto (Japón); el otro grupo de investigación trabaja en el laboratorio de James Thomson, de la Universidad de Wisconsin-Madison (Estados Unidos). Han logrado reprogramar células de la piel humana y las han transformado en células madre pluripotentes, similares a las que se podrían obtener de los embriones humanos.


Las células obtenidas han sido designadas técnicamente como iPS, sigla tomada de las iniciales en inglés de células madre pluripotentes inducidas (induced Pluripotent Stem cells). La revista Cell Stem Cells publica el trabajo del equipo de Yamanaka, y la revista Science recoge los datos del grupo de James Thomson: los dos han utilizado un proceso similar, aunque no idéntico. También Nature ha publicado estos trabajos.

El equipo de Yamanaka -según publica Cell Stem Cells- tomo células de la piel de una mujer de 36 años y de un hombre de 69, e introdujo en su interior cuatro genes que están implicados en el proceso de diferenciación celular. Para introducir estos genes en el interior de la célula utilizó como vector un retrovirus. La acción de estos genes puso en marcha un mecanismo de reprogramación que hizo regresar la célula a una fase equivalente a la embrionaria, por eso se les ha llamado iPS. La célula ya diferenciada de la piel se convirtió así en una célula madre pluripotente capaz de convertirse de nuevo, no ya en piel, sino en cualquier tipo de célula del organismo humano (hay 220 tipos de célula que forman los diferentes tejidos del cuerpo adulto).

Aplicando también cuatro genes (dos iguales y otros dos distintos), el equipo de Thomson ha logrado el mismo proceso -según explica Science-: ha utilizado células de piel de fetos y de niños recién nacidos. El resultado ha sido el mismo, lo cual refuerza la certeza del experimento.

James Thomson ha manifestado que con "las iPS se logra todo lo que se puede hacer con las células embrionarias" y que "estas células son probablemente más relevantes a nivel clínico que las células madre embrionarias"; también ha añadido que con el uso de estas células no habría problemas de rechazo. Yamanaka ha dicho cosas parecidas y ha añadido que las iPS podrían servir para comprender los mecanismos de algunas enfermedades y probar la toxicidad de los fármacos.

En todo el mundo ha habido un clamor unánime, al constatar que es un gigantesco avance científico que presenta, al menos, tres grandes ventajas: primero, permite la producción ilimitada de células madre pluripotentes debido a la abundancia de la propia piel (y no es el único tejido adulto del que se han obtenido células madre); segundo, no ocasionaría problemas de rechazo porque el donante y el receptor podrían ser el mismo individuo (las células tendrían el mismo código genético); y, finalmente, pero no es la razón menos importante, confirmaría que no se necesita manipular y destrozar embriones humanos –¡seres vivos!- para lograr células madre.

Con este descubrimiento se ha puesto de manifiesto que algunos científicos han seguido trabajando racionalmente sin atender a las presiones de ciertos lobbies que han tratado de impulsar únicamente la línea de investigación con células madre embrionarias, a pesar de que son muy difíciles de controlar, generan tumores y, sobre todo, implican la destrucción irracional de embriones vivos. De fondo, como es bien sabido, está el sofisma de que el progreso científico exige necesariamente descartar posibles problemas éticos (en este caso, la destrucción de embriones); y no hay que olvidar que están en juego muchos intereses económicos.


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Muy ilustrativos y didácticos los artículos: Células Madre para todos y Hacia la creación de células madre pluripotenciales sin utilizar embriones, de Javier Novo, Director del Departamento de Genética de la Universidad de Navarra


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Science Now Daily News (20 November 2007): “Two groups report today that they have reprogrammed human skin cells into so-called induced pluripotent cells (iPSs). In a paper published online in Cell, Yamanaka and his colleagues show that their mouse technique works with human cells as well. And in a paper published online in Science, James Thomson of the University of Wisconsin, Madison, and his colleagues report success in reprogramming human cells, again by inserting just four genes, two of which are different from those Yamanaka uses.”

“(…) Yamanaka and his colleagues used a retrovirus to ferry into adult cells the same four genes they had previously used to reprogram mouse cells: OCT3/4, SOX2, KLF4, and c-MYC. They reprogrammed cells taken from the facial skin of a 36-year-old woman and from connective tissue from a 69-year-old man.”

“Thomson's team started from scratch, identifying its own list of 14 candidate reprogramming genes. Like Yamanaka's group, the team used a systematic process of elimination to identify four factors: OCT3 and SOX2, as Yamanaka used, and two different genes, NANOG and LIN28. The group reprogrammed cells from fetal skin and from the foreskin of a newborn boy.”


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Time (20 November 2007): “In the journal Cell, Shinya Yamanaka of Kyoto University reports success in turning back the clock on cheek cells from a middle-aged woman, while James Thomson of University of Wisconsin, the first to isolate human embryonic stem cells, achieved the same feat with foreskin cells from a newborn baby. The achievements completely reset the boundaries of the stem cell debate, because both groups generated cells that looked and acted like embryonic stem cells, but without the need for eggs, embryos or ethical quandaries about where the cells came from. "I think this is the future of stem cell research," says Dr. John Gearhart, the biologist who first discovered human fetal embryonic stem cells. ‘It's absolutely terrific.’ "

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Reproducimos ahora un artículo titulado “Células Madre sí, pero sin embriones” escrito por Nicolás Jouve de la Barreda, Catedrático de Genética de la Universidad de Alcalá de Henares (España), que ha sido publicado en Páginas Digital (23-XI-2007).]



# 414 Varios Categoria-Varios: Etica y antropología

por Nicolás Jouve de la Barreda

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Las recientes investigaciones de varios grupos han demostrado que es posible una reprogramación genética de células diferenciadas y que este método es mejor y más seguro para atacar la producción de células válidas para el trasplante de tejidos deteriorados que su extracción de embriones, al poder utilizarse células del propio paciente, soslayando el problema del rechazo.

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Desde hace unos años, cuando se despertó el interés por las células embrionarias como fuente de obtención de líneas celulares útiles para la curación de enfermedades degenerativas, muchos señalamos que estas lamentables investigaciones con embriones, literalmente sacrificados, tenían fecha de caducidad. Los excelentes resultados con células madre adultas apuntaban en una dirección mucho más prometedora y desde luego respetuosa con la vida humana.

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20 noviembre 2007

DEBATE SOBRE EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA

[El primer párrafo del Manifiesto de Intelectuales propuesto por la Universidad San Pablo-CEU sobre la imposición de la asignatura de Educación para la Ciudadanía dice lo siguiente: "La asignatura Educación para la Ciudadanía implantada por el Gobierno es moral, intelectual y políticamente inadmisible porque supone el adoctrinamiento obligatorio para los niños y adolescentes españoles en una ideología particular gravemente lesiva para la persona y la sociedad, de modo contrario a la letra y al espíritu de la Constitución española y con gravísima irresponsabilidad política al conducir a una enorme proporción de los españoles a un enfrentamiento radical con los poderes del Estado."

Y hacia el final del manifiesto dicen: "Con la imposición de Educación para la Ciudadanía el Gobierno no sólo introduce un elemento negativo más, el más negativo de todos hasta ahora, en el proceso de destrucción moral e intelectual de niños y adolescentes que España padece desde hace ya mucho tiempo, sino que, además, y con gravísima irresponsabilidad histórica y política, se propone objetiva, y, acaso, subjetivamente, desterrar de la comunidad política a una enorme proporción de españoles. Enorme irresponsabilidad histórica y política."


Es una nota fechada ayer. Que nadie piense, por tanto, que los padres de familia ya se han calmado y que la batalla ya la ha ganado el Estado totalitario. De eso, nada. El clamor de los ciudadanos libres sigue creciendo...

Para tener las ideas claras y conocer, a la vez, los argumentos que pretenden justificar la imposición de esta asignatura abusiva, ofrecemos a continuación un debate muy interesante mantenido en CNN+ entre Jaime Urcelay, Presidente de Profesionales por la Ética, y José Antonio Marina, conocido escritor y autor de uno de los manuales más difundidos de Educación para la Ciudadanía. El moderador fue José María Calleja.]






# 413
Categoria-Educacion

09 noviembre 2007

LA ABOLICIÓN DEL HOMBRE

[C. S. Lewis (1898-1963) ha sido uno de los intelectuales más importantes del siglo XX y uno de los escritores más influyente de su tiempo. En 1943 publicó “La abolición del hombre” ("The Abolition of Man") que, en su brevedad, es uno de sus libros más lúcidos y que aportan un diagnóstico más certero sobre lo que ocurre en la sociedad actual. Hace poco ha sido reeditado en español (Ed. Encuentro, Madrid, 2007, 96 págs.).

El párrafo inicial del pequeño libro parece haber sido escrito en estos días teniendo en la mente la asignatura “Educación para la ciudadanía” (EpC). Dice así: Dudo de que estemos suficiente atentos a la importancia que tienen los libros de texto de la enseñanza primaria. Esta es la razón por la que he elegido como punto de partida para estas reflexiones un pequeño libro de Lengua destinado a los ‘niños y niñas de ciclo escolar básico’. No creo que los autores (pues eran dos) de este libro pretendieran hacer daño con él y tengo una deuda con ellos o con su editor, por haberme enviado un ejemplar de regalo. Pero, a la vez, no puedo decir nada bueno de ellos. Por tanto, me encuentro en una situación bastante comprometida. No quiero poner en la picota a dos modestos maestros en activo que han hecho lo mejor que sabían hacer; pero tampoco puedo callar ante lo que considero que es la orientación real de su trabajo. Por lo tanto, prefiero silenciar sus nombres. Me referiré a estos señores como Gayo y Tito, y a su libro como ‘El libro verde’. Pero les prometo que tal libro existe y que lo tengo en mi biblioteca.

Dice Victor Gago en Libertad Digital: “No cabe sino celebrar el oportuno rescate de este ensayo, que advirtió hace más de sesenta años sobre el asalto de la educación por el Estado y de su nefasto desenlace: una humanidad sin hombres. Indispensable para padres, profesores y adolescentes que aún no hayan entregado las llaves de su ciudadela a los adoctrinadores de EpC.”

Argumentos parecidos a los de Lewis esgrime Alejandro Llano en un artículo que ha escrito recientemente en La Gaceta: “Cuando el Estado pretende transformar al hombre, emprende un ejercicio de manipulación al que es preciso oponerse.” (…) “Intelectuales orgánicos y escribidores a sueldo del poder tratan de adoctrinarnos en el sentido de que se trata de mejorar la conciencia cívica de las nuevas generaciones. Y a quienes no se convencen se les amenaza con el truncamiento de los estudios de sus hijos, el ostracismo escolar e incluso la cárcel para los progenitores que osen presentar una objeción de conciencia. Demasiado afán, sospechoso empeño, exagerada dureza represiva. El ciudadano medio comienza a maliciarse que en juego anda algo más que una asignatura” (…) “…el objetivo es un profundo cambio de las mentalidades juveniles, como base permanente para una transformación de la sociedad hacia un modelo del que se han suprimido las referencias estables, los valores firmes y, en definitiva, los recursos en los que se basa la libertad política de los ciudadanos comunes.”

G. K. Chesterton en su libro “Lo que está mal en el mundo (“What's Wrong with the World”), escrito en 1910, se expresaba también de un modo parecido. Sin dejarse llevar por lo 'políticamente correcto', suscitaba con sus ideas un debate que, en esencia, se mantiene hasta hoy mismo: sobre la libertad, la familia, la democracia, la educación de los hijos, etc. Chesterton señala claramente que la raíz de los males del mundo es una concepción erronea sobre lo que es el hombre. Ante posibles cambios que la autoridad de turno pretenda imponer en la sociedad, Chesterton insiste en que no nos dejemos llevar neciamente por el aparente progreso, sino que hay que preguntarse si esos posibles cambios mejoran o empeoran la vida humana. Dice un comentarista de Chesterton: “He urges us not to blindly believe in 'progress' or 'modernisation', but rather to ask whether these changes have made things better or worse and, if worse, to undertake to reverse them.”

En una reseña publicada en Minuto Digital se puede leer: “…el mensaje de Lewis es alarmante para la generación presente (…): el desprecio por los valores tradicionales y la obsesión por guiar a la humanidad de acuerdo a moldes nuevos elaborados por una minoría que pretende ideologizar.” Y concluye: “Son precisamente el subjetivismo, el cientificismo, el relativismo moral y el positivismo, los mayores riesgos para la libertad del hombre actual, pasando a ser la recuperación de la tradición, de la familia y de la verdadera educación, el principal objetivo del hombre occidental si quiere salvar una civilización que está en claro declive.”

John Walker: "This short book (or long essay—the main text is but 83 pages) is (…) one of the pithiest and most eloquent defences of traditional values I recall having read. Writing in the final years of World War II, when moral relativism was just beginning to infiltrate the secondary school curriculum, he uses as the point of departure an English textbook he refers to as ‘The Green Book’ (actually The Control of Language: A critical approach to reading and writing, by Alex King and Martin Ketley), which he dissects as attempting to ‘debunk’ the development of a visceral sense of right and wrong in students in the guise of avoiding emotionalism and sentimentality.” An on-line edition is available, although I doubt it is authorised, as the copyright for this work was last renewed in 1974."

Dale J. Nelson: “All civilizations have agreed: education ought to nurture in the child a love of the good; admiration of the excellent and beautiful; faithfulness to the truth; and also children should be taught to disapprove of the false, the shoddy, the unworthy. The aim of true education is not only that children learn to spell and calculate and become physically strong. It is, above all, that young people should become courageous, generous, steady, and capable of discrimination in a good sense, that is, able to judge what is more worthy and what is less worthy of the esteem of a mature human being.” (…) “However, Lewis discusses the error of modern educators who teach that "values" are nothing but expressions of feeling. These educators perhaps intend only to "debunk" advertisements and bad political appeals, but when they say statements of value are nothing but statements of preference or dislike, they plant damaging seeds in children. Children who absorb their philosophy will disbelieve in the natural law itself.”

Phillip Goggans: “In this brief but challenging book, Lewis examines what happens if we reject the moral law that all civilizations have to some degree taught and embodied. He argues that if we refuse to submit to it, either by asserting the authority to change it or by denying its existence altogether, we become less than human. For human life, he says, is civilized life, and civilization is only possible where there is submission to the moral law.” (…) “Lewis goes on to take up the real issue: the attempt to found a new morality.” (…) “For to live rightly, argues Lewis, it is not only necessary to believe correctly about right and wrong; one must feel correctly as well. Pride, shame, indignation, compassion and other emotions must support reason against the demands of the animal appetite. Education should nurture these feelings, teaching children to love what deserves love, hate what deserves hate, and so on.”

Lewis considers the consequences of rejecting objective value altogether. He imagines the human race saying, ‘Let us decide for ourselves what man is to be and make him into that; not on any imagined value, but because we want him to be such. Having mastered our environment, let us now master ourselves and choose our own destiny.’ ” (…) “Using a mixture of metaphor, history and futurology, Lewis argues that when human beings assume the authority to control moral law, they forfeit their humanity. Their bid for ultimate freedom makes them slaves to their purely animal natures.”

Juan Manuel de Prada en dos artículos publicados en XLSEMANAL (7-13 y 14-20 de octubre de 2007) —que reproducimos a continuación— comenta “La abolición del hombre” de C. S. Lewis de un modo profundo y con unas consecuencias muy claras para la actual situación creada con la asignatura 'Educación para la ciudadanía'.

Termina Prada su comentario con este párrafo: “O somos espíritus racionales obligados a obedecer los valores que se desprenden de la ley natural o bien somos mera materia moldeable según las preferencias de los amos. Lewis concluye que sólo la ley natural proporciona a los hombres una norma de actuación común, una norma que abarca a la vez a los legisladores y a las leyes. Cuando dejamos de creer en los valores que se desprenden de esa ley natural, la norma se convierte en tiranía y la obediencia, en esclavitud. Y en ésas estamos. No dejen de leer ‘La abolición del hombre’.” Tampoco dejen de leer estos artículos de Juan Manuel de Prada.]


# 412 Categoria-Educacion

por Juan Manuel de Prada

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— I —


Acabo de leer un extraordinario ensayo de C. S. Lewis titulado “La abolición del hombre” (Ed. Encuentro), en donde se nos propone un feroz y lucidísimo diagnóstico sobre la crisis de nuestra cultura. En “La abolición del hombre”, el autor de las célebres “Crónicas de Narnia” nos propone una vindicación de la ley natural, a la vez que nos alerta sobre los peligros de una educación que, fundándose sobre el subjetivismo, trate de apartarse de esa senda, sustituyendo los juicios y los valores objetivos por los puros sentimientos. El libro, que se complementa con un repertorio de sentencias morales coincidentes, aunque originarias de tradiciones culturales diversas –confuciana, platónica, aristotélica, judía o cristiana–, postula que cualquier civilización procede, en último extremo, de un centro único; y que el único modo de llegar a ese ‘centro’ es siguiendo un camino, una ley natural inspirada por la Razón. El ensayo de C. S. Lewis cobra una actualidad candente en una época como la nuestra, en la que mediante la educación se pretenden instaurar nuevos sistemas de valores ad hoc que se presentan como conquistas de la libertad, pero que no son sino disfraces de una pavorosa esclavitud, formas sibilinas de manipulación que despojan al hombre de su condición humana.

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01 noviembre 2007

LOS FUNERALES DEL LAICISMO

[El conocido psiquiatra Víctor Frankl, superviviente de los campos de exterminio nazi, escribió: “Si le presentamos al ser humano un concepto no verdadero del hombre, bien podemos corromperlo. Cuando lo presentamos como una automatización de los reflejos, como una máquina mental, como un conjunto de instintos, como un peón de acciones y reacciones, como un mero producto de la herencia y del ambiente, estamos alimentando el nihilismo hacia el cual el hombre moderno está, en todo caso, inclinado. (…) Estoy absolutamente convencido de que las cámaras de gas de Auschwitz, Treblinka y Maidanek fueron preparadas, en última instancia, no en uno u otro ministerio en Berlín, sino más bien en los escritorios y salones de conferencias de científicos nihilistas y filósofos.”

La cultura atea unida al relativismo radical han hecho perder de vista a muchos hombres y mujeres el sentido de su entera existencia, en lo grande y en lo pequeño: la vida y la muerte, la libertad y la responsabilidad, el placer y el dolor, la infancia y la vejez, lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, la riqueza y la pobreza; y también se ha perdido el significado de lo que es una familia de verdad, de lo que es ser padre y madre de verdad, el sentido profundo del trabajo humano, de la amistad auténtica...

Glosando aspectos del relativismo, dice el filósofo Robert Spaemann: “Quien diga que cada uno debe hacer lo que quiera se mueve en un círculo vicioso. Ignora el hecho que el hombre no es un ser acuñado de antemano por los instintos, sino alguien que debe buscar primero y encontrar después la norma de su comportamiento. Ni siquiera poseemos por naturaleza el lenguaje, debemos aprenderlo. Ser hombre no es tan sencillo como ser animal; ni se vive espontáneamente la vida humana. Como afirma el dicho, debemos ‘dirigir nuestra vida’. Tenemos deseos e impulsos contrapuestos. Y la afirmación: haz lo que quieras, presupone que uno sabe lo que quiere.”

Un cristiano sí sabe lo que quiere, a pesar de que se mueva en un entorno con culturas e ideologías agresivas contra la fe. La realidad histórica es que, a lo largo de sus dos mil años de historia, el cristianismo ha conocido más cambios culturales que ninguna otra realidad viviente en el mundo. Y ahí está. El cristianismo siempre ha tenido que luchar contracorriente y en la actualidad ocurre lo mismo. La realidad es compleja y no caben planteamientos simplistas como pretenden algunos al repetir el estereotipo de que el cristianismo ya es algo superado y que ahora se trata de vivir un humanismo ilustrado, con los límites que parezcan razonables a todos, etc, etc. Esto es una pura falacia.

No hay más que mirar alrededor para advertir que no todos los que abandonan la religión y a Dios están dispuestos a vivir según un código impuesto por la autoridad de turno, y ni siquiera por la recta razón: la presión de una sociedad que es cada vez menos recta lleva a muchos a no aceptar normas de conducta que no quieren vivir, simplemente porque no les da la gana aceptar unos límites en su autonomía. Así de claro.


En una comunicación del V Simposio Internacional Fe Cristiana y Cultura Contemporánea “CRISTIANISMO EN UNA CULTURA POSTSECULAR”, organizado por el IAE de la Universidad de Navarra, dice Miguel Lluch que el verdadero combate que se está dando ahora en nuestro mundo “no es entre cristianos y no cristianos, sino entre los que quieren mantener el proyecto ilustrado de una sociedad moral sin Dios y los que (…) ya no quieren seguir soportando normas y medidas de rectitud. Ya nada une a estos dos grupos, salvo su oposición a lo cristiano. Ésta es, en mi opinión, la dramática situación en la que nos encontramos.”


Dos grupos: el humanista con límites; y su oponente, el humanista sin límites. Cada día nos encontramos con hombres y mujeres de uno y otro tipo. Se indican algunos matices para perfilar mejor cada grupo. Sigue Lluch:

· Un tipo: “El humanista con límites. Niega a Dios de la realidad que cuenta para la vida, desconfía e incluso descalifica a las personas con convicciones basadas en una religiosidad viva, pero cree en la moralidad, trata de ser buena persona y buen ciudadano, rechaza la violencia, cuida del bienestar y de la salud propia y de la de sus seres queridos. Permite todo lo que no le moleste a él y a sus seres queridos. Pero guarda en todo unos límites, unas normas que no deben abandonarse. Pero el humanista con límites no quiere fundamentar su vida ni sus decisiones en verdades permanentes. No hay Dios que nos haya creado, y si lo hay no nos puede hacer cumplir su voluntad. Su enemigo es el intransigente y le inquieta el que vive convencido de algo. No acepta la indiferencia cínica del relativismo pero carece de un fundamento teórico para contestarlo.” (…) “El cristiano es humanista, tiene límites, pero es cristiano y por eso es humanista y tiene límites y no al revés. Lo que le distingue del humanista con límites es que sí que fundamenta sus decisiones y se pueden conocer sus convicciones.”

· Y el otro: “… el humanista sin límites. Su argumento principal es: ¿por qué no? Todo puede hacerse, no hay bien ni mal, no hay acciones mejores o peores. Nada nos limita: ni Dios, ni la naturaleza, ni la razón recta.”

Dice Miguel Lluch que los primeros responderán a los segundos cosas de este estilo: “‘es terrible esto que reclamáis, pero ¿por qué no vamos a legitimarlo?’. Y así todo puede venir a ser aprobado por ley y convertirse en objeto de ayuda por parte de los estados: el divorcio, la equiparación de las uniones de homosexuales con los matrimonios, la adopción de niños por parejas de homosexuales, la experimentación con embriones humanos, el aborto, el suicidio, la eutanasia, el negocio de las guerras, de la prostitución, de la pornografía en todas sus modalidades, de la droga... quedan todavía cosas de las que los hombres abandonados a sus impulsos individualistas son capaces de hacer y que no creo necesario escribirlas.” (…) “Según la misma lógica de su racionamiento social, antropológico y moral lo único que pueden decir es: ‘espera, todavía no, pero no sé por qué no, vamos a pensarlo un poco más’.”

Publicamos a continuación un artículo de Fermín Fuertes, escrito para arguments, en el que hace unos comentarios al hilo de la comunicación de Miguel Lluch.]


# 411 Varios Categoria-Varios: Etica y antropología


por Fermín Fuertes

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Hace pocos días un amigo me asaltó por un pasillo: “tengo un texto que te gustará. Ya me dirás que te parece”, y me pasó unas fotocopias unidas con una grapa y bastante trabajadas con subrayados y glosas. Me llamó la atención una frase: No estamos asistiendo al alumbramiento de una era postcristiana sino que asistimos a los funerales de la era neopagana y secularizada. ¡Caramba!, -pensé- esto por lo menos es provocador. Veamos a dónde nos lleva.

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